miércoles, 9 de diciembre de 2009

Suspiros

El Aire
Que piensa, que sale
que expresa, que vale

encuentra y retiene. Aguanta y contiene
Verdades del mundo Que por absurdo es mudo
que cuentan de golpe, que vuelan en corte
Alivio y cansancio, despacio y profundo
lo que tanto cuesta desparrama en segundos


Dar tiempo para decir
escuchar silencio soplido despacio
sin prefacio, sin palabra
con entereza y emoción Que en canciones se utiliza
a contar No, que redundo!
de vueltas minutos desesperados
que se suman; que se mudan
Del mundo apartado
que se escapan, que protegen
que agrandan hasta el instante
en que aparece constante
por errante ya es cansancio

...dejo que diga una cosa...
soplar sentidos; silencio de emoción
...la Pasión te suelta en tu suspiro

Estanque

Sucio y cálido
Espeso y oscuro; Solitario
En la quietud del pasado
-callado, aunque gritando-
Con el reflejo del presente
-ciego y tan mal vidente-
Aún el feto de un futuro esperanzado
-sucio, pesado, cálido y estancado-
……
Con la rigidez más sólida
Espantado, fangoso, desarmado y gracioso
Con espíritu, desalmado
Armado por lo que fuera
Pesado lo que lo esperaba…sucio, ciego; Acallado
Toman por débil el presente de un reflejo que así gritando
Retiene la quietud fangosa
De un pequeño feto desesperanzado

Ruido

Molesto
Interviene en todo dicho de soltura
Que hablemos no es hermosura
Que amargura cosa influye
En la oscuridad desatada del auge
Que por ángel no es ternura
ni grito, ni asombro
Tampoco un dulce estornudo
Sino tu palabra que estoy leyendo
Pero a la vez escuchando
Que termino estornudando
el dicho de una señorita
Que por más que virgencita
Influye dulce desatada asombrando

martes, 8 de diciembre de 2009

Madrugadas en tu colchón

Tres tipos de narradores:
Omnisciente;
personaje;
y testigo.


Por Nicolás Fogolini

Esperaba que se levante. Desde hacía media hora que él ya no podía dormir. Y vale la pena aclarar, hacía tan solo dos horas que se acostaban. Porque esa noche era una de aquellas que no se tienen que acabar, resultó una de esas mañanas que no se llegan a diferenciar de la noche. O como reflexiona la canción que suena en su mente “que entre los dos siga siendo ayer noche hoy por la mañana”.
Impaciente se para a poner el agua para el mate. Deseando que el chiflido de la pava sea quien la despierte. Porque si él la despertaba no era lo mismo. Si lo primero que escuchaba era su voz, sería diferente. En cambio, un pequeño sonido y el olor a tostadas recibirían su día de otra manera.
(Él pensaba mientras acariciaba su pelo)
Pasaron ocho minutos y tal como lo esperaba el silbido se hacía oír. De a poco la chica entreabría los ojos. La luz que encontraba las hendijas de la persiana no favorecía para que se concretara el momento tan esperado.
(Pasaron algunos minutos más. Él ya tenía las tostadas y la miel sobre la cama. La pava sonaba distinto, ya no era un silbido sino la tapa que se movía al dejar caer el agua sobre el mate)
El contraste de la claridad del agua y la profundidad que lograba la vista del muchacho con la cara de aquella dama, parecía un cuadro. En primer plano el mate, con su bombilla y su yerba El agua de la pava cayendo y creando burbujas (espuma como la del detergente). Detrás, de fondo (pero no en segundo plano de importancia) la cara de la chica, en el mismo momento en que sus pestañas lograban despegarse de la parte inferior de los ojos. La luz la molestaba, pero él veía el reflejo sobre los ojos que iluminaban su día.
(Durante más de cuarenta minutos las caricias no cesaron. Tampoco la charla de los que habían vivido esa noche, quizá aquella mañana. Con mates de por medio aunque nunca interrumpiendo sus miradas).
El momento llegaba, el que no deseaban, la despedida. Ambos se visten despacio, como no queriendo llegar al final. La muchacha entra al baño y él sólo reacomoda sus pertenencias. Sabe que lo espera una mañana de limpieza y de música. La chica sale y lo mira. Él le habla con su mirada llena de palabras, llena de sentimientos pero vacía de certezas.
(Caminan hacia la puerta. Toman el ascensor. Salen y bajan los últimos cuatro escalones que se encuentran fuera del edificio)
La chica (con su vos llena de tristeza y emoción. Con su dicha tan ambigua pero entendible. Con una sensación de incertidumbre) - Chau!
Él habla tan sólo con su mirada y con su beso. La noche anterior le había confesado que hay sentimientos que son indescriptibles, situaciones en las que el silencio o una mirada dicen mucho más que dos simples y usadas palabras.

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¿Qué hora será? Se preguntaba mi mente. No dormimos mucho pero yo no tenía sueño. Quizá porque tenía que disfrutar de ese momento. Quizá que si dormía estas últimas horas que van a pasar sólo pararían. Porque cuando las cosas pasan… pasan. Y después qué. Solo nos queda hablar de un pasado y recordar para sonreír.
Por todo ello me levanté para poner la pava y esperar. No quería hacer ruidos para que despertara sino que quería que algún sonido fuera la causa que interrumpiera su sueño o mejor dicho, que recibiera su día.
Pasó un ratito y mientras acariciaba su pelo la pava me alertó que el agua del mate ya estaba caliente. Fui a buscarla y recordé sacar las tostadas del fuego antes de que se quemen. La miel solo tuve que bajarla de la mesa al colchón que, circunstancialmente, se encontraba en el piso del comedor.
Cebo mi segundo mate y la tapa de la pava fue la excusa que estaba buscando. Miro que no se vuelque el agua pero detrás de ese mate casi lleno encuentro su cara y veo cómo se abren los ojos marrones que se iluminan y reflejan el rayo de luz que atraviesa la persiana a media asta.
Ella no puede dejar de darme conversación. Cada segundo es bueno para algún recuerdo de lo que habíamos vivido. Me hablaba de una mano posada en su mejilla o de la tormenta que generábamos cuando se encontraban nuestros labios. Aunque también de algún sueño, un poco real y del sentimiento y la sensación que le generaba cuando alguien acariciaba su pelo.
-“Es una de las cosas que más me gustan”, me dijo acompañada de una sonrisa. Y yo dejé escapar una pequeña carcajada (suave y pícara) que fue aceptada y resuelta con un pellizcón sobre el muslo de mi pierna izquierda.
Eran los últimos momentos de esto y por eso yo dejé que mi expresión no fuera oral. Mientras la miraba pensaba en las cosas bellas que habíamos vivido y que no lo tendría que arruinar con ninguna palabra. Pienso, como le dije esa noche (quizá esa madrugada) que el ser humano hace mal uso de la oralidad y que no disfrutamos de las capacidades que tenemos para comunicarnos. Una mirada, una sonrisa o alguna caricia, en muchas situaciones dicen (expresan) mucho más que cualquier palabra.
Mientras entra al baño no puedo dejar de mirarla y de pensar que no quería caer en la realidad de ese momento; no quería despedirla. No era sólo que era conciente que al rato estaría ordenando mi casa, aunque con compañía de la música, sino que sería una despedida incierta, sin ninguna certeza del “hasta cuándo”.
Ella sale y toma sus cosas. Yo, mientras, abro la puerta que había dejado sin llave, como de costumbre (el departamento no suele ser peligroso y si alguien se hubiese acercado para abrir la puerta esa noche no se hubiera atrevido a interrumpir la pasión). Caminamos hasta el ascensor custodiados por sus palabras. Yo, sólo miraba. A sus ojos los acompañaba una especie de angustia, a los míos un “destello de felicidad”, según lo que ella me refería. Pero sólo un destello porque en unos minutos la incertidumbre seguro se apoderará de ellos.
Un apretón y un abrazo son los que están acompañados por un ruido –“Chau!”, se despide aunque yo no hago otra cosa que mirarla, darle un beso. Que los prefiero antes que dos palabras tan infamadas. Prefiero esa hermosa sencillez.

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Él se despertó primero y esperó acostado a que ella abra los ojos. La miraba y acariciaba su pelo. No hablaba y ella respiraba profundo.

Se paró y vino hacia mí. Me recargó el peso pero al mismo tiempo me ayudó a frenar con el frío que venía pasando. A mi lado prendió otro fuego para tostar un poco de pan.
Hay códigos entre nosotros por los que pudo ir a recostarse otra vez con la muchacha (aun dormida) tranquilo de recibir mi llamado en forma de silbido. Lo hice suave así no interrumpía el sueño de la chica.
Ante mi llamado él decidió acercarme a la cama y consiguió hacerme compañía con un viejo tarro de miel, que se encontraba en la mesa. Preparó todo y me tomó de la manija. Me inclinó y yo entendí que debía dejar escapar el agua. Aunque eso resulte quitarme un podo de calor es favorable porque lo hace también con el peso que cargo.
El segundo momento que me agarró y me puso cabeza abajo me fue inevitable respirar, por lo que al ingresar aire hice un poco de ruido que interrumpió el sueño de ella.
Abrió los ojos y me miró, pensé que se enfadaría conmigo pero después me di cuenta que atrás mío se encontraba él. Yo en el medio pero sin interrumpir. No hice ningún ruido más. Dejé que libremente el muchacho me tome y me incline cuantas veces quiera. No di resistencia en contener el agua. Fueron muchas las veces que me agarró y me movió para todos lados pero no me molestaba. Era una situación agradable escuchar, y ser testigo, de todo lo que habían sido la noche anterior.
Al rato se besaron y cuando se miraron ella entró al baño. Él me llevó a mi lugar de siempre. Sobre la hornalla aunque fría porque no necesitaba fuego después de todas esas charlas que escuché.
Los veo como salen delante de mí y al cabo de unos minutos el chico vuelve solo, pone música y comienza a ordenar.

lunes, 9 de noviembre de 2009

Te necesito

Melisa Di Filippo quiere que nunca más una chica tenga que crear una foto de su padre para que pueda acudir a su fiesta de quince años. “Lo único que quería en mi fiesta de 15 era que esté mi viejo y no podía ser, por eso me regalaron esta foto”, explicó Melisa.Relacionamos este anhelo con la frase* que es la guía de nuestro grupo de hijos y, al mismo tiempo, la adecuamos. “Para que nunca más una chica tenga que resolver con una foto la falta de su padre”.



Amor a la Vida

En 1992, luego del nacimiento de su hija, Gustavo Cardinali volvió a creer en la vida. “Rescaté el amor a la vida”, le expresaba al diario La Capital. Hoy, luego de 17 años Matías y Antonella Cardinali conforman el grupo de hijos y quieren honrar a su padre.Los hijos de Gustavo agradecen que su padre esté bien y pueda brindarles todo el afecto que les hace falta. También creen que “por su amor a la vida hoy pueden rescatar parte de sus historias”.


Expresión Malvinas
Braian y Alexis Carrizo, Esteban Amaro y Germán Albarello construyen una realidad social a través del arte musical y deciden utilizar este medio de expresión para cantarle a Malvinas.En sus inicios la música sirvió para rogar a los dioses que resulten fructíferos la caza y los cultivos. Hoy, los hijos le cantan a una sociedad para que mantenga encendida la luz de la Memoria.Cada hijo tiene una historia; cada canción tiene un mensaje.



El retorno
Para algunos volver a Malvinas fue el cambio de su vida. El encuentro con su pasado que permanecía inconcluso. “La necesidad del alma era tan fuerte que no me importaba cualquier consecuencia. Tenía la necesidad de ir solo, absolutamente solo. Sin que nadie me contenga. Buscar en Malvinas a ese Julio que había dejado 27 años atrás. Descargar el peso de la mochila y hacer el tan querido homenaje a todos mis compañeros” (Julio Aro, ex soldado combatiente).
Fueron momentos muy pero muy

difíciles para él. Como profesor de gimnasia puede nombrar la cantidad de huesos que tenemos, o la cantidad de litros de sangre que posee el cuerpo humano. “Lo que no te puedo decir es la cantidad de lágrimas que tenemos, porque no pude parar de llorar. A medida que lloraba me sentía mejor. Es increíble, pero tuve esa sensación”.En cuanto al viaje explica que NO ayuda a OLVIDAR, pero si a CURAR. A la vez, piensa que hay que respetar la decisión de cada ex combatiente, “el corazón solo te va a decir cuando es el momento”.

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Cartas del `82
Pies de Trinchira

domingo, 16 de agosto de 2009

Procesos

La lejanía me une. Las palabras me sueltan. El sentir de tu voz me hace a la reflexión. Y siento. Siento cómo me vas hablando. Tus palabras, tus conceptos, tus tratos. Ya no sé qué hacer con esta situación, con esta hermandad. Porque siento que te siento, que te necesito. Que te tengo, pero no estás. No estamos. Pero no es la distancia ni el espacio. Es el tiempo. Y con el tiempo tus abrazos. Que son cada vez más lejanos, pero más recientes. Más amargos pero aún dulces.

Es extraño. Es nuevo. Pero las relaciones son ambiguas y es lo que las hace interesantes, y únicas. “Si supiéramos…No!!!” No hay nada más feo que saber o que suceda. Cuando las cosas pasan…pasan. ¿Y después qué? Sólo nos queda hablar de un pasado. Y recordar para ser feliz. Pasa, como el tiempo que cuando nos queremos acordar acabó. Pero aún dura más cuando lo “queremos”, cuando pensamos en “que pase!” y queremos que llegue. Cuando lo deseamos. Es en esos momentos cuando las cosas duran y cuando las tenemos.

Tenerlo es lindo. Pero es tenerlo y nada más. Por eso es más lindo que pensemos y que juguemos. Que no me lo digas, aunque lo sepamos. Que lo deseemos. Que lo esperemos y que no lo encontremos. Porque el Arte de pensar y de imaginar es el que nos lleva a disfrutar y a sentir; es el que nos eleva a donde verdaderamente se Está.


Por Nicolás Fogolini

sábado, 15 de noviembre de 2008

Nunca digas Recuerdo

La Memoria, la memoria está llena de cosas que nos marcan la vida; en la memoria sólo quedan imágenes, situaciones que nos marcan la vida. Las cosas que no nos marcan no quedan en la memoria, sino que son parte de los recuerdos. Y los recuerdos están llenos de olvido; en el recuerdo existe una gran cuota de olvido.

Pero el peligro aparece cuando nos damos cuenta que en la mayoría de los casos el olvido es consensuado por la sociedad y, peor aún, es buscado por los ciudadanos y, después, consensuado.

A su vez, un historiador cuenta que para reconstruir los hechos (la historia) se buscan testimonios, se busca la voz de los que vivieron en esas épocas, en ese contexto y que, en esos testimonios, la verdad, la historia o realidad surge de las coincidencias de esos relatos, de los que se repiten.

Por consecuencia, hay que establecer un paralelismo; hay que reflexionar sobre este aspecto. Si los testimonios que se repiten se consideran verdaderos, o reales, y son los que escriben la historia y tenemos en cuenta que el olvido (la situación no deseada) es consensuado por la sociedad y no son memoria, porque no los marcó; la historia está llena de olvido.

Por lo tanto, estos hechos no tienen que ser reconstruidos por la “mayoría” sino por los memoriosos, por los que lo vivieron y fueron marcados por ello para toda su vida.



Malvinas no es Recuerdo, es MEMORIA.